
Corrió, saludó y bailó. Todo un artista resultó Usain Bolt, a quien sólo le faltó ser el trovador que va anunciando al mundo que el sábado se convirtió en el ser humano más veloz sobre la tierra y con nuevo récord mundial.
Después de salir como un misil y casi llegando a la meta con buena luz de ventaja sobre su escolta Richard Thompson, el jamaiquino levantó la cabeza y ensayó todo ese repertorio en la segunda jornada del atletismo de los Juegos Olímpicos, en los que el ecuatoriano Jefferson Pérez se llevó plata en la marcha de los 20 kilómetros.
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